La movilidad de personas existe desde siempre, a lo largo y ancho del planeta. La casuística de los motivos es diversa y, como he reiterado en distintas ocasiones, cuando una persona deja su lugar de origen, familia y amigos para buscar nuevas oportunidades lo hace con el único objetivo de mejorar su vida.
Canarias conoce la cara más dramática de la migración irregular no solo por la llegada incesante de pateras sino también por la muerte de quienes no llegan a cumplir su sueño. Los últimos veinticuatro, la semana pasada. Cuando ocurren hechos tan trágicos, un solo pensamiento recorre mi mente: ¿cuántas personas se lanzarán al mar y simplemente desaparecen, sin que jamás se vuelva a saber de ellas?
La activación de la ruta atlántica/africana era algo evidente: la situación de la pandemia, la dificultad de acceder a otras rutas ha hecho que haya un desvío de los flujos migratorios hacia el Archipiélago canario. Un territorio que ha recibido 28.000 inmigrantes y que se enfrenta a una situación desesperada por la línea política que se ha implementado desde el Gobierno del Estado, que se centra en no dar traslado de estas personas a otras Comunidades Autónomas.
Es un auténtico fracaso plantear el Plan Canarias desde la acogida y devoluciones, más aún cuando los países de origen, en su mayoría, se niegan a recibir a sus nacionales. Así están convirtiendo a las islas en un territorio en donde los migrantes están atrapados en una situación indudable de vulneración de los derechos fundamentales.
La migración irregular es una cuestión estructural, enfocarlo desde otro punto de vista es un grave error. El Gobierno del Estado siendo cómplice de las políticas nefastas de la Unión Europea en cuanto a políticas migratorias. Que los Estados miembros no consigan llegar a una política migratoria homogénea, es uno de los grandes problemas. Pasan los años y seguimos implementando las mismas políticas que fracasan una y otra vez.
El Archipiélago canario, por su posición geográfica, se ha vuelto ideal para las políticas migratorias estatales y europeas, que no son otras que dejar retenidas a estas personas en las islas sin dar solución.
Ante esto, la pregunta es la siguiente: ¿estamos poniendo a prueba el aguante del pueblo canario? o digámoslo de otra forma: ¿estamos poniendo a prueba la paciencia de las personas que llegan a nuestro territorio?
Mientras sucede todo esto, el Gobierno de Canarias se muestra muy pasivo, sin dar respuestas, esperando el milagro, sabiendo que el Gobierno del Estado gobernado por PSOE y Podemos ha cometido graves errores de coordinación entre las administraciones locales y estatales y, eso que todas ellas (Lanzarote, Canarias y Estado) están gobernadas por los mismos.
Lo he repetido en numerosas ocasiones, en Canarias la situación social es de mucha presión en cuestión migratoria. Quien no palpa esta situación, desconoce lo que está ocurriendo. Y ante esto, lo único que tenemos es un Gobierno de Canarias sumiso, conformista con Madrid que parece desconocer la hoja de ruta a seguir, que no exige, sino que acepta sin rechistar mientras las islas resisten. Además se les olvida trabajar la inclusión e integración que ayuda a evitar situaciones límites como ha ocurrido en otros lugares.
Cuando estaba redactando este artículo en la mañana de este sábado 1 de mayo, los Cuerpos de Seguridad localizaban a varios jóvenes que habían llegado en patera la madrugada del viernes a la isla de Lanzarote. Nadie puede permanecer impasible cuando ves a estas personas desorientadas, agotadas… Sin embargo, ¿ustedes han visto reivindicar a la presidenta del Cabildo de Lanzarote alguna cuestión sobre inmigración? Pues no, la actitud que se ha tomado desde el gobierno insular es el silencio, porque la cuestión partidista pesa mucho más que el interés general de isla.