Les enseñamos a nuestros niños/as que tengan empatía, ese ponerse en el lugar del otro, sin dejar de ser ellos mismos; que sean humildes, generosos… y un sinfín de valores que se contradicen, cuando aún hoy en día se deja a niños sin recreo, dejándolos sin ir a las clases de Educación Física o a cualquier actividad lúdica. Comento la reflexión de un niño a su profesora: “¿Dónde está la empatía profe cuando me dejas sin media hora de recreo y sabes que ese momento es necesario para compartir con mis compañeros a los cuales no podemos apenas acercarnos? ¿Poder quitarnos la mascarilla 5 minutos para comer ya es un regalo y nos hablas de ser empáticos?”.
Según Francisco Mora, “el juego es el disfraz del aprendizaje”. Diferentes estudios demuestran que el deporte mejora el rendimiento escolar y además es el mejor medicamento debido a la segregación de cortisol, hormona del estrés, que en pequeñas dosis nos ayuda a evitar un peligro, hacer frente a un examen, y nos activa en el día a día. Hoy ya vivimos un estrés en las aulas que es bastante duro para los niños/as; no pueden salir de excursión, se les restringe todo, los bombardeamos con miles de exigencias… Ya tienen bastante con vivir con padres en paro o con muchas necesidades por el momento en que vivimos; por eso pienso que deberíamos hacer entre todos un esfuerzo y pensar que sobran los castigos. Hay maneras de hacerlos reflexionar, no escojamos lo más fácil; quitarles lo poco que pueden tener, esa pequeña diversión de ir al patio, por ejemplo. Vamos a dejar de pensar en y pensemos en ellos/as. Frases típicas, como piensa en las consecuencias, estamos haciendo alusión a castigos enmascarados.
El niño/a se siente humillado/a, sólo piensa en eso, busquemos herramientas para evitar que suceda y no esperemos que ocurra, serán respetuosos/as si nosotros/as los respetamos. Hay miles de estrategias emocionales, para que desde la serenidad podamos gestionar. Seamos nosotros lo que esperamos de ellos/as, que conozcan el término resilencia y lo que significa, para que sean capaces de aceptar sus limitaciones y errores, que sean reflexivos, y puedan pedir favores.
Me hace ilusión ilusionarme y pensar que la Escuela tiene que cambiar mucho y lo conseguirá. Trasmitamos luz y ellos/as verán el camino. Con una simple caricia, aunque sea con una mirada cómplice, lo decimos todo. La mirada de aprobación de un maestro les vale más que tener un sobresaliente. Según Lewis, “al afecto se le debe el 90% de toda la felicidad sólida y duradera”. A ser capaces de adentrarnos y no quedarnos en la superficie.