Es lamentable que bastantes centros educativos públicos-no todos, afortunadamente-, con directores y directoras que no están cualificados para estar al frente de los mismos ni tienen vocación de servicio público alguna, se conviertan en lo que no deben ser: focos perniciosos de falta de transparencia en el funcionamiento. De hecho, se dan casos de centros que ni siquiera tienen al día el plan de gestión preceptivo, con sus aspectos económicos y organizativos claros. Algunos proyectos de gestión se caracterizan por estar cojos y con cierta dosis de opacidad.
Cuando nos referimos a centros sostenidos con fondos públicos, tenemos que ser muy escrupulosos en la gestión transparente de los mismos, de manera que no surjan dudas o sospechas sobre las cuentas, por ejemplo. Tenemos que saber adónde va el dinero que manejan los colegios e institutos y conocer los recursos materiales y humanos de los que disponen, entre otros aspectos.
Sería recomendable, en aras de la transparencia, que las instituciones educativas públicas se sometieran anualmente a auditorías externas, que nos dieran a conocer con exactitud aspectos relacionados con dichas instituciones como cuentas, inventarios, recursos humanos, etc.
Estas auditorías deberían ser obligatorias y serían una herramienta supervisora del correcto funcionamiento y de documentos como los planes de gestión, que son públicos y que han de estar accesibles a la sociedad en general. Algunos centros caso de disponer de ellos, da la impresión de que los quieren esconder, quizá por haberlos elaborado con una redacción rápida para salir del apuro, llena de ambigüedades y con una opacidad inadmisible.
Les corresponde a los equipos directivos velar por la transparencia en los centros públicos. Si estos equipos, con un director o directora a la cabeza, no actúan con profesionalidad y con vocación de servicio público, sino que están en el despacho por medro personal, con proyectos de dirección más que dudosos en algunos casos, la gestión transparente se va a resentir bastante y esto no se puede tolerar, ya que estamos refiriéndonos a centros sostenidos con dinero que sale de nuestros bolsillos y no a 'chiringuitos' de ninguna clase.