El precio de la luz a más de 400 euros el megavatio hora, el precio de los combustibles por las nubes, la subida del coste de la vida a más del 7 por ciento , los impuestos al alza y un irrisorio o nulo incremento de los sueldos provocan un claro empobrecimiento de los españoles de a pie.
Se está echando ahora la culpa a la guerra ruso ucraniana, cuando los problemas de España son de mucho antes del conflicto.
La política energética española de los últimos quince años se ha caracterizado por su carácter errático. Lo políticamente correcto se instaló en la energía, pero de manera hipócrita, es decir, cerramos centrales nucleares, pero le compramos energía nuclear a Francia y todo esto con un discurso 'verde' y renovable. No olvidemos que Europa recientemente ha considerado la energía nuclear y el gas energías limpias. Si suben la luz y los combustibles, sube todo. Mientras, los políticos miran para otro lado e intentan dorar la píldora o vender burras cojas.
A la subida alarmante del coste de la vida se unen las altas tasas de paro. Da la impresión de que interesa más tener desempleados para manipularlos con la sopa boba o subsidios y, así, disponer de un voto cautivo. Por supuesto que los subsidios han de destinarse a los españoles que realmente los necesitan, pero nunca convertirse en norma para posibles réditos electorales.
Por otra parte, cuando los gobernantes de un país solo piensan en el género, el cambio climático y propaganda ideológica, apaga y vámonos. Nos encontramos en una situación económica muy delicada que requiere una atención especial y una gestión distinta de la que se está llevando a cabo
A todo esto se une la política de palos de ciego en el tema del futuro de las pensiones donde se vislumbran recortes avalados por los sindicatos de clase. La mejor política para garantizar el futuro de las pensiones es el empleo. Si no hay cotizantes, cómo va a haber pensiones.
La España empobrecida mira al futuro con incertidumbre. No hay cosa peor que esto para salir adelante. Es urgente la implantación efectiva y no ficticia de políticas de empleo, rebajas e incentivos fiscales. Es crucial también un replanteamiento de la política energética ,que actualmente no va a ninguna parte, y que desaparezca el despilfarro de dinero público.