Harold Maurice Abrahams (1899-1978) nació en Bedford, Reino Unido. Sus abuelos paternos fueron Abraham Klonimus y Esther Klonimus, judíos residentes en Lituania. Uno de sus hijos, Isaac Klonimus, emigró a Gran Bretaña y se instaló en Bedford, lugar en el que escogió el nombre de Isaac Abrahams, en honor al nombre de su padre: Abraham. Isaac Abrahams fue el padre de Harold Abrahams.
Harold Abrahams tuvo varios hermanos. Su hermano mayor, Adolphe, fundó la medicina deportiva británica. Su hermano mediano, Sidney, destacó como saltador de longitud y representó a Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912.
Educado en las prestigiosas Escuelas de Bedford y Repton, Harold Abrahams cursó sus estudios de derecho en la Universidad de Cambridge entre 1919 y 1923, tras ser subteniente del ejército británico.
Durante su primer curso en Cambridge, el joven Harold se dedicó a dos disciplinas atléticas: la velocidad y el salto de longitud. Entrenó y compitió con gran empeño y, gracias a eso, consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos de Amberes 1920.
En los Juegos de Amberes, fue eliminado en los cuartos de final de los 100 y los 200 metros, así como en salto de longitud. Pero, en el relevo de 4x100 metros, quedó cuarto y rozó la medalla olímpica.
Durante los años siguientes, Harold Abrahams se dio cuenta de que no podría conseguir la anhelada medalla olímpica sin un entrenador de prestigio y contrató al reconocido técnico Sam Mussabini.
Mussabini sometió a Abrahams a un entrenamiento muy exigente, extraordinariamente exigente para aquella época, dando importancia especial a la salida, la técnica de carrera, el aspecto psicológico de la competición…
En los Juegos Olímpicos de París 1924, en el Estadio de Colombes, llegó el fruto del trabajo de ambos. El 7 de julio, Harold Abrahams consiguió la victoria en la final de los 100 metros en una memorable carrera y la ansiada medalla olímpica, el oro olímpico.
Abrahams derrotó a sus rivales con una gran autoridad, dejando en evidencia al campeón olímpico de los Juegos anteriores, el norteamericano Charlie Paddock.
En la prueba de relevos de 4x100 metros, en la que había sido cuarto cuatro años antes, Abrahams consiguió la medalla de plata. La prensa británica se rindió ante él, la prensa deportiva del mundo entero mostró asombro por su gesta.
Harold Abrahams había luchado durante años contra sus rivales, y también contra el antisemitismo existente en el seno de la sociedad británica, un antisemitismo muy arraigado que se había vuelto en su contra en algunas ocasiones. En cualquier caso, el antisemitismo en Gran Bretaña y en toda la Europa continental era un fenómeno muy anterior y hundía sus raíces en la Edad Media. Con su oro olímpico, Abrahams lo había vencido. En París, lo había derrotado.
Harold Abrahams se retiró del deporte poco después de su éxito olímpico por culpa de una lesión. Y ejerció de abogado y de periodista y comentarista deportivo en el Sunday Times y en la BBC radio, entre otros medios, actividad que ya había llevado cabo en el All Sports o el Evening News desde los inicios de los años veinte y que mantendría a lo largo de décadas.
En 1934, Harold Abrahams inició su relación con la cantante de ópera Sybil Evers y se convirtió al catolicismo. En 1936, se casó con ella y, poco después, ambos adoptaron a sus hijos Alan y Sue.
En el mismo año de 1936, Harold Abrahams también acudió como comentarista de la BBC radio a los Juegos Olímpicos de Berlín, organizados por la Alemania nazi. Antes del acontecimiento, las autoridades británicas y la BBC avisaron a los organizadores de que el campeón olímpico y periodista deportivo de origen judío Harold Abrahams iba a cubrir los Juegos Olímpicos. Abrahams pudo realizar su labor periodística en los Juegos sin ser molestado por su origen judío.
En la segunda mitad de los años treinta, los sectores conservadores de la sociedad inglesa sintieron simpatía por la Alemania nazi y se produjo un nuevo rebrote del antisemitismo y de la intolerancia contra los judíos en Gran Bretaña. Abrahams no podía pelear contra el antisemitismo y la intolerancia desde el deporte como lo había hecho una década antes, porque se encontraba retirado. Pero respondió auxiliando a judíos perseguidos por el nazismo en los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En su propia casa de Londres, encontraron refugio algunos judíos procedentes de Austria y Alemania.
Concluida la Segunda Guerra Mundial, Harold Abrahams prosiguió su carrera como periodista y escribió un par de libros de interés histórico: The Olympic Games, 1896-1952 y The Rome Olympiad, 1960.
En 1957, Abrahams recibió la Orden del Imperio Británico. Y, en 1976, dos años antes de su muerte, se convirtió en el presidente de la Federación Británica de Atletismo.
Harold Abrahams falleció en Enfield en 1978 a los 78 años. Su fallecimiento causó una gran conmoción en el mundo del deporte.
En 1981, la película Chariots of Fire (Carros de Fuego), dirigida por Hugh Hudson, se centró en su historia, mostrando su gesta olímpica y su pelea contra el antisemitismo y la intolerancia de su tiempo.
En 1981, el International Jewish Sports Hall of Fame lo admitió en su seno y, en 2009, hizo lo propio el England Athletics Hall of Fame.
El 17 de mayo de 2007, su hija Sue Pottle y su sobrino Anthony Abrahams inauguraron una placa dedicada a él en la que fue su casa de Londres, concretamente en Hodford Lodge, 2 Hodford Road, Golders Green.
Hace un siglo de la historia de Harold Abrahams, del campeón olímpico que luchó y venció en el deporte y en la vida. En un par de años, se cumplirá un siglo de su oro olímpico. Aquel oro que ganó en pocos segundos, en 10 segundos que justificaron toda su existencia. Vale la pena recordarlo.