martes. 03.12.2024

El lío del lenguaje inclusivo

Actualmente hay feministas y otras personas que exigen que todos los artículos, adjetivos, sustantivos, vocablos, etc., masculinos, deben también tener su femenino.   

Pienso que tanto las feministas y otros/as tienen razón en lo que reivindican, pero a veces es imposible feminizar todos los artículos, adjetivos, sustantivos y vocablos por causa de que el hombre en la historia de la humanidad fue el primero en dedicarse a hacer varios oficios, y esos artículos, adjetivos, sustantivos, vocablos, etc., que derivan de oficios, la mayoría, se han mantenido en la historia como herencia del hombre. Y en ocasiones si se feminizan se hace de forma errónea porque el sistema gramatical fue hecho por hombres y para los mismos. También sucede que, si escribiéramos un tema donde se implique siempre los artículos, adjetivos, sustantivos, vocablos, etc., en masculino y femenino, el espacio de escritura se agrandaría.  

Por ejemplo: “Si decimos el señor presidente y la señora presidente”, algunos responden que eso es erróneo, porque se debe decir: el señor presidente y la señora presidenta. Pues contrario a lo que alegan las feministas y otros/as, resulta que el vocablo presidente por historia no se refiere a hombre o mujer, si no a una persona que preside un acto: el vocablo (presidente) deriva del latín praesĭdere, que significa: sentarse al frente, que por tradición y por lo general, es la designación utilizada para identificar al hombre que dirige una reunión, una sesión de trabajo o una asamblea, etc; siendo la opción más adecuada hoy usar la forma presidenta, cuando se trata de una mujer.  

Según la RAE (presidente), puede usarse como común en cuanto al género (el presidente), pero es preferible hoy usar el femenino (la presidenta), documentado en español desde el siglo XV y registrado en el diccionario académico desde 1803.   

  

RAE. Presidente/a   

 m. y f. Persona que preside un Gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, acto, etc.  

En todo este entramado de artículos, adjetivos, sustantivos y vocablos, masculinos y femeninos, existen muchos vocablos masculinos que se convierten en femenino añadiéndoles en su final (una vocal) o un (esa) o un (sa), como son los casos de: alcalde- alcaldesa, o barón-baronesa, que podrían asimismo llamarse: alcalde- alcalda, en vez de alcalde o alcaldesa, o barón-barona en vez de barón-baronesa.  

Hay muchos otros adjetivos, sustantivos y vocablos masculinos que cuando intentamos feminizarlos se convierten en palabras que dan risa. Ej. Es el caso de un agente de policía, que se refiere a un hombre; cuando una mujer tiene la misma dedicación, siguiendo la secuencia del feminismo, se le debe llamar “agenta de policía”, que nos dice que el adjetivo es femenino y el vocablo también porque ambas palabras terminan en (a). Pero que por tradición el adjetivo y el vocablo son usados como masculino, y se emplea para indicar a un agente de policía hombre y para una agente policía mujer. En este caso, para que el adjetivo y el vocablo puedan correctamente referirse a femenino y masculino, habría que cambiarlos a “un agente de policío”, cuando se refiera a un hombre, y cuando se refiera a una mujer, a “una agenta de policía”. Así los adjetivos y vocablos serían en femenino y masculino; y las últimas vocales en ambos vocablos estarían ajustadas a la realidad del sexo masculino y femenino, porque terminarían con su vocal apropiada de o/a.   

  

¿Cómo deberían decirse los siguientes artículos y vocablos?  

  

 ¿El mecánico= hombre y la mecánica=mujer? No cabe por costumbre.  

¿El capitán=hombre y la capitana=mujer? No cabe por costumbre.  

¿El chófer=hombre y la chofera=mujer? No cabe por costumbre.  

¿El médico=hombre y la médica=mujer? No cabe por costumbre.  

¿El piloto=hombre y la pilota=mujer? No cabe por costumbre.  

 
Nota. Resalto que estos 5 ejemplos no caben por costumbre, pero si nos acostumbramos a oírlos en la práctica, serían aceptados como se acepta, pintor y pintora, etc. 

  

Existen miles de casos más donde el artículo, el adjetivo, el sustantivo y el vocablo, se pueden cambiar, pero si lo hiciéramos cada vez que escribiéramos en masculino y femenino tendríamos que usar mucho más papel, y aparte se tendría que llegar a un acuerdo con la RAE para que indique a quién ponemos como primera persona, si es al hombre o a la mujer. Toda esta confusión se debe a que uno de los creadores del Castellano fue Antonio de Nebrija, un hombre; y las demás lenguas también fueron creadas y escritas por hombres, de lo que se entiende que los idiomas son machistas por tradición y cultura.  

  

Nota. El castellano medieval, con sus influencias prerromanas, se expandió al sur de la Península Ibérica a medida que avanzaba la Reconquista. A finales del siglo XV, coincidiendo con la unión política de los reinos de Castilla y Aragón, la toma de Granada y el descubrimiento de América, Antonio de Nebrija publicó en Salamanca su Gramática castellana, el estudio gramatical no relacionado al latín, siendo el primer tratado de gramática de la lengua castellana (y de la lengua moderna en general).  

  

Ver biografía de Antonio Nebrija:   

https://www.nebrija.com/la_universidad/presentacion/biografia-antonio-nebrija.php  

  

https://www.researchgate.net/profile/Pablo-Young/publication/343999426_DESDE_CUANDO_Y_POR_QUE_AL_MEDICO_SE_LE_DICE_DOCTOR/links/5f4d4c86299bf13c506c9697/DESDE-CUANDO-Y-POR-QUE-AL-MEDICO-SE-LE-DICE-DOCTOR.pdf 

El lío del lenguaje inclusivo