En un innecesario exceso de transparencia, la Casa Real ha comunicado que la infanta Leonor se va a Gales a estudiar el bachillerato, con un costo de 76.516 euros por dos años. Menos, por cierto, que lo que gana la niñera de Iglesias y de su mujer, que ahora mismo no me acuerdo cómo se llama. En un país con déficit democrático, según el elegante paje argentino Echenique (que vino de allá a enseñarnos democracia, manda huevos), pasan estas cosas. Para rematar el córner, en Televisión Española echan leña al fuego con un rótulo lamentable y comentarios más lamentables: algo así como que Leonor se va de España, como su abuelo, el emérito. Las niñas del rey Felipe y de su mujer plebeya tienen que tener un cacao mental que agüita. Lo tengo yo, que nací en 1947 y he visto de todo. En un país de idiotas, el exceso de transparencia no es bueno, porque se mal utiliza. Ya lo he contado. La educación de la infanta Leonor no la pagan realmente sus padres, sino nosotros, porque somos nosotros, los ciudadanos, quienes abonamos los haberes del rey y de su mujer, a través de la maldita Agencia Tributaria, que nos sala. Lo deseable hubiera sido que la Casa Real mandara a la niña a Gales, que me parece bien, de una forma discreta, comunicándolo al Gobierno por cortesía y punto. Porque está dejando mal a la educación que se imparte en España; porque en plena crisis, con gente pasando hambre, es bochornoso que la formación de una niña cueste 76.516 euros en dos años; aunque es todavía más bochornoso que la pareja Cebolleta tenga una niñera con 60.000 euros al año de sueldo público, en números redondos. El dispendio real se funde con el dispendio populista. No sé cuál será peor. Sólo sé que la mayoría de los españoles no llega a fin de mes.
Publicado en Diario de Avisos