viernes. 22.11.2024

Versos de malvasía

Si ya la vendimia de Lanzarote es de las más madrugadoras de España y Europa, finales de julio dependiendo de la climatología insular, este año la añada poética adelantó a junio su divulgación creativa enclavando un espectáculo de recital  justo en el Paisaje Protegido de La Geria, esa maravilla de hoyos excavados en cenizas volcánicas protegidos de pequeños muros de piedra que lustra nuestra mirada y que increíblemente produce, entre otras variedades de uva, la malvasía volcánica, materia prima de un vino blanco incomparable.

Invitado por dos poetas amigos, Carmen Tortosa, también directora de cine, y Manuel Concepción; ella médica de profesión y él conocedor de la industria turística y director de hoteles hasta no hace mucho tiempo, asistí este sábado 26 de junio al recital colectivo ‘Espiral’ en el entorno de una casona de campo, a pie de montaña, en la zona de La Geria conocida como Testeina, nombre aborigen canario.

Ya había vivido en 2015 una experiencia similar de lectura poética con el frescor del atardecer en otro bellísimo espacio cultural de Lanzarote, Salinas de Janubio, que comparte con La Geria la transformación ancestral del paisaje por parte del hombre para la producción sostenible y artesanal de sal y uva, respectivamente.

La cosecha literaria en La Geria reunió a un centenar de personas, entre escritores, lectores de poemas y espectadores como yo, que disfrutamos de los versos de malvasía, del aroma de sentimientos, de alegrías y tristezas expresadas con sutileza y con desgarro, de la creación pura que esta vez, justo el día en que Canarias empezó a permitir el desuso de la mascarilla en espacios al aire libre, apareció con su grito libertario de amor y reivindicación para emborracharnos de poesía, sin resaca, como el buen vino de Lanzarote, en un momento delicado por la pandemia en el que agradecemos al arte su chute de buenas energías y esperanza.

Treinta y tres poetas, treinta y tres fueron los agitadores culturales  formando una espiral quienes leyeron cada uno interpretando a su manera sus versos con el ritmo y cadencia  que le imprimió al recital el hecho de que la última palabra de cada poema fuese la primera del siguiente hasta completar las treinta y tres estaciones vivientes, treinta y tres momentos de profunda reflexión que sobrevinieron en cascada casi que ni para espabilar.

Poetas canarios, poetas andaluces y vascos, un puñado de ellas y ellos a los que tengo el privilegio de conocer, nos regalaron sus creaciones con la calidez del directo y la magia del paisaje, sin más atrezo que sus letras y sus voces, aunque de este encuentro literario queda el libro ‘Espiral 7’, con todos los poemas del recital acompañados de una pequeña referencia de cada autor e instantáneas poéticas de la fotógrafa de palabras Isabel Soler.

Y como el asunto va de palabras, vida quizá fue de las más escuchadas, ¿casualidad?, la vida siempre ha estado  muy presente en la lírica, pero por los avatares del hoy nos queda sonando la campanita.

Cierren los ojos, nos pidió Carmen Tortosa al final del último poema y  tras los aplausos contenidos, para que segundos después irrumpiera la voz de la soprano lanzaroteña Virginia Hernández cantando a capela ‘Piecesitos’, letra que musicaliza los versos del mismo nombre de la poetisa chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura 1945. Así de esplendorosa concluyó esta celebración de la vida con la ilusión de que “los versos vuelvan a sonar en un espacio arropado por el viento”.

Versos de malvasía