jueves. 21.11.2024

Espacios seguros para reivindicar

Este fin de semana estuve como espectador en dos mesas de debate y reflexión  organizadas por el festival del orgullo y la cultura Yaiza Simply Love con la participación de artistas vinculados a la actuación y dirección cinematográfica, el diseño de moda, el estilismo y la caracterización de personajes, creadores todos de prestigio en Canarias y España.

Además de su dura experiencia de vida, especialmente en la niñez y adolescencia marcada por el sufrimiento de agresiones verbales y, en algunos episodios, físicas también, a cuenta de su homosexualidad, sobre todo en la escuela y en la calle, aunque con alguna que otra “hostia” (bofetada) en casa, y aclaro, no en el caso de todos los invitados porque la mayoría de ellos han contado desde siempre con el apoyo del núcleo familiar, me llamó la atención el que expresaran la necesidad de sentirse seguros en espacios de convivencia y de libre expresión.

Preocupante que suene mucho eso de “espacios seguros” en una sociedad que dice ser respetuosa y de haber avanzado hacia los derechos y libertades. Preocupante que el colectivo LGTBI tenga la sensación de retroceso en el respeto después de la pandemia, preocupante el aumento del volumen de los altavoces de los discursos de odio de la derecha ultra y de algunos de la derecha que están que se las pelan por dar el pasito al extremismo para alimentar la perorata de la negación del ser humano.

Nos ufanamos de ser partícipes y constructores de una sociedad europea y  civilizada, pero resulta que luego nos topamos con testimonios que nos aterrizan sobre la realidad del avance en derechos e igualdades. Siguen habiendo insultos en la calle, y no solo en pequeños poblados, también los hay en grandes ciudades “modernas” por parte de gente anquilosada en modelos jurásicos sin respeto a la diversidad. La banderita del respeto ondea por todos lados pero no es suficiente contemplarla.  

Apuntaba en el Simply Love el actor y director de cine Eduardo Casanova, vapuleado con insultos homófobos en las redes sociales por su vestuario en la gala reciente de los Premios Goya, tanto que tuvo que denunciar a la Policía y solicitar ayuda profesional de un psicólogo, que sus cortometrajes y películas, que no son por encargo, “son la mejor forma de emitir un discurso político y reivindicar. El arte se construye a partir de la necesidad de comunicar algo, y yo quiero comunicar derechos  con voz propia”.

Una obra de teatro, un film, una muestra pictórica u otra expresión artística es un vehículo potente que por su carácter público tiene la capacidad de llegar a muchísima gente, sin embargo, son plausibles espacios complementarios de libre expresión y reivindicación e interacción directa con los creadores como el Yaiza Simply Love. Es una oportunidad para plantear inquietudes, descubrir nuevas facetas y recibir respuestas que no podemos encontrar en un teatro o sala de cine. No obstante, el artista seguramente siempre encontrará en su obra y el cuidado de los detalles creativos el lenguaje más claro para expresar lo que piensa, siente y demanda.

No sé si les ha pasado, pero en coloquios o conferencias a veces es habitual la pregunta : “¿se está grabando?”, una especie de mecanismo de defensa del protagonista cuando sabe que va a decir algo políticamente incorrecto, aunque también es una forma de llamar la atención del auditorio cuando pretende acentuar su idea.

Los invitados al festival de Yaiza son referentes por su trabajo y trayectoria ganada  a pulso. Apostaron por lo que les gustaba hacer, superando ataques que nada tienen que ver con su trabajo o aptitudes y sí por su condición sexual, y en este sentido, aunque no pretenden ser ejemplo de nada, sí que indirectamente pueden ayudar a nuevas generaciones que están siendo agredidas con el beneplácito del discurso de odio de unos y el silencio cómplice de otros.

Espacios seguros para reivindicar