AMOR LÍQUIDO
Es muy fácil confundir el amor con el deseo, pero el amor no tiene nada que ver con el deseo, de hecho, me atrevería a decir que el deseo y el amor se oponen entre sí, porque deseo es el anhelo de consumir y el amor es el anhelo de dar. Amar es dar, aunque no se reciba nada a cambio, por eso el amor es a veces, sufrido, es siempre bondadoso, no tiene envidia, ni es presumido u orgulloso, ni grosero, ni egoísta, no guarda rencor, no se alegra nunca de las injusticias, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta, el amor no es como el deseo, que viene y va, el amor nunca deja de ser, nunca.
Una de las características principales del amor es que cuida, cuida a la persona amada o a lo amado, pero cuida con un cuidado auténtico, porque existe un cuidado auténtico y un cuidado inauténtico. El cuidado auténtico es el cuidado que cuida a los demás sin descuidarse a sí mismo, el cuidado inauténtico, como dice Leonardo Boff, “es cuidar de manera obsesiva al otro, ocupándose de todo, menos de sí mismo o cuidando del otro hasta llegar a hacerlo dependiente e incluso dominarlo”.
¿Qué clase de amor tenemos en la sociedad actual? un amor líquido. El amor antes era sólido, un amor comprometido, un amor que permanecía firme sin fluctuar, porque era un amor que se había desarrollado por medio de la adversidad, del trabajo duro, que es desde donde nace el verdadero amor. Sin embargo, el amor, a lo largo de los tiempos se ha ido enfriando, es como si el amor estuviese pasando por los estados de la materia, sólido, líquido y gaseoso. Ahora nos encontramos en un estado de amor líquido, ¿por qué? porque es una clase de amor descomprometido, que cambia constantemente, como los líquidos, es un amor miedoso, tiene miedo a todo lo duradero, relaciones duraderas, por eso hay tantos divorcios, tanta falta de compromisos duraderos, por eso se rompen tantos pactos. El amor líquido es un amor individualista, profundamente hedonista, sometido a las leyes del mercado y del consumo, te amo si recibo y dejo de amarte si lo que me toca es solo dar. ¿Qué pasaría si el amor de las madres hubiese sido así? porque una madre da y da y vuelve a dar y sigue dando toda la vida, sin a penas recibir nada a cambio, excepto ver feliz a la persona amada. Es el amor líquido lo que está creando tanta soledad, de hecho, hay tanta gente sola en el mundo, que los sociólogos ven la soledad como una epidemia, hoy por hoy la soledad provoca más muertes que la obesidad. Los sociólogos dicen que el amor líquido es una nueva ideología consumista que provoca la mercantilización de la vida, las personas están empezando a verse como mercancías para satisfacer necesidades, relaciones informatizadas para desconectarse rápidamente y cuando quieran.
¿Qué es lo que ha llevado a la sociedad a un amor líquido, y que la seguirá llevando aun más lejos, a un amor evaporizado, es decir inexistente? la proliferación o aumento del mal en el mundo. La gente está dejando de creer en el bien, en la bondad, la gente está cansada de hacer el bien, lo que oyen desde las alturas y los medios, no es más que corrupción y maldad sin escrúpulos ninguno. No tienes mas que encender el televisor o darte un paseo por internet, y no ves otra cosa que maldad por todo lados, los actos de bien escasean y lo sabemos porque cuando suceden, se vuelven actos extraordinarios que llaman la atención o trending topic en las redes sociales. La gente ya no cree que pueda existir verdadero amor, de hecho nosotros como iglesia tenemos grandes problemas con esto, a la hora de ayudar a la gente, muchos suelen pensar que tenemos intereses ocultos, que lo hacemos porque algo recibimos, y les comprendemos, porque la gente ya no cree que pueda existir un amor verdadero, que da sin recibir nada a cambió, o aun más verdadero, que da aunque amando más sea amado menos.
¿Qué solución tenemos ante este amor líquido? El objetivo prioritario es que no avance más, evitar que llegue a gaseoso, pero lo ideal sería luchar para pasarlo de líquido a sólido, y ¿cómo se logra eso? no cansándonos de hacer el bien, y negándonos por mucho que nos cueste a participar del mal.