¿A dónde voy?
Esto es un puro aburrimiento. ¿A dónde voy? Casi todo está cerrado y excepto algunos restaurantes, varios de ellos demasiado caros para mí, no existe un lugar para estar tranquilo, por causa del puto coronavirus. Los pueblos y ciudades parecen desiertos y la gente se ha acostumbrado a estar en casa, con lo que eso de socializar ha quedado en el recuerdo. No se celebran fiestas, no se puede ir al fútbol, tampoco al cine con garantías, ¿hasta cuándo esta tortura china? Por cierto, nunca mejor empleada esta expresión porque fueron los chinos los que dieron principio a la pandemia. La televisión se ha convertido en la válvula de escape, pero las cadenas son tan malas que asustan y sólo vive uno de las películas coleccionadas a lo largo de los tiempos. Se ha puesto de moda de nuevo el Blu-Ray para ver pelis vintages y dicen que algunos sectores han salido ganando con la crisis. Como el de la venta de automóviles, porque la gente tiene miedo a usar el transporte público. Ahora bien, vamos a ver cómo se pagan los plazos de los coches cuando haya que empezar a abonar los pagos aplazados de los créditos ICO, a principios del año que viene. El comercio se ha hundido, no hablemos del turismo, la restauración -con excepciones- está de capa caída y existen negocios que no volverán a abrir jamás. Qué decir de los alquileres de locales, que no se pueden abonar por parte de los inquilinos, además de la mayoría de los pisos porque sus arrendatarios no pueden pagarlos. Algunos despachos de abogados están haciendo su agosto y los juzgados se han colapsado por las demandas. Los bancos se dedican a vender teléfonos móviles y lavadoras y siguen las fusiones entre ellos, será una cadena. Bonito panorama, compañero, y bonitas navidades nos esperan. ¿Y yo a dónde voy?
Publicado en Diario de Avisos