Mutemos también
Cuento hasta una decena de mensajes en mi teléfono de plataformas de televisión, empresas de telefonía móvil, tarjetas de crédito y tiendas de ropa y calzado con “ofertones” de black friday y su nueva variante, el pre black friday, peligrosa para el bolsillo, pero no tanto para la salud como puede ser ómicron, la versión más mutada del coronavirus descubierta hasta ahora.
Fue identificada el pasado miércoles en Sudáfrica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró ‘variante de preocupación’ el viernes y ya se detectaron los primeros infectados en Bélgica, Reino Unido, Alemania, Países Bajos e Italia, entre otras naciones europeas. Todo muy rápido.
No paramos de recibir ráfagas de información sobre el covid, y es que desde el comienzo de la pandemia el virus ha experimentado muchos cambios con variantes e impactos para sentarse a contar, pero la gran preocupación es si las vacunas nos protegen o no de las dichosas variantes.
Mientras la comunidad científica internacional sigue en su proceso acelerado del conocimiento del virus, la OMS expone que los cambios o mutaciones no deberían volver ineficaces las vacunas, pero en caso de que pasara, avisa que la composición de los antígenos y las vacunas puede ser modificada con rapidez.
Nosotros entre tanto podemos mutar nuestro comportamiento y ayudar a detener la propagación del virus, más de lo que imaginamos. Nos lo repiten infinidad de veces en mensajes radiofónicos y televisivos, aunque estaría bien que Sanidad nos enviara al teléfono periódicamente mensajitos de texto como una estrategia más de concienciación y sensibilización.
Aparte de las medidas de salud pública, podemos hacer mucho con esto de evitar las variantes porque lo que no cambia del virus es su forma de propagarse, así que cuanto más nos desmadramos y posibilidades le damos al covid para extenderse y multiplicarse, pues mayor posibilidades tendrá de seguir modificándose.
No han sido pocos los esfuerzos y sacrificios de la sociedad, pero sigue siendo vital el compromiso ciudadano y el de las administraciones públicas para evitar la transmisión porque, insisto, permite reducir las posibilidades reales de mutación del virus. Las variantes se asocian con el aumento del número de casos y las mismas tienden a propagarse con mayor rapidez, son más transmisibles y más contagiosas.
Sobre ómicron, despachos de prensa, basados en fuentes científicas, apuntan que todavía es prematuro asegurar si esta nueva mutación causará mayor gravedad o impacto en las personas infectadas, pero la coletilla ‘variante de preocupación’ provoca inquietudes.
En todo caso, la proporcionalidad sigue siendo la misma: cuanto más se propaga el virus aumenta el riesgo de mutaciones, las mutaciones llevan a nuevas variantes y los científicos tendrán que adaptar rápidamente las vacunas a las variantes para intentar combatirlas.
Por encima de la irresponsabilidad social de no vacunarse, que todavía hay mucha gente que no lo está porque no quiere, lo aconsejable es centrar el trabajo y el comportamiento para evitar la transmisión. La práctica demuestra que funcionan las pruebas de detección, la identificación de personas con el virus y el control sobre su entorno y rastreo de sus contactos, funciona el distanciamiento físico como medida preventiva, el uso de mascarilla, evitar lugares muy concurridos y cerrados y el hecho simple de lavarnos frecuentemente las manos.
Medidas eficaces pero insuficientes porque la realidad mutante nos exige cada día un mayor grado de responsabilidad, que además los adultos tenemos la obligación de fomentar entre la población más joven, aunque muchas veces son los jóvenes quienes nos dan lecciones y curas de responsabilidad. Lo dicho, es un compromiso de todos.