Y Colombia dio el paso
La victoria de Gustavo Petro, con más de 11 millones de votos que retratan el 50,44 por ciento de la participación en las urnas de este domingo en Colombia, es un hecho inédito e histórico en la República porque es el primer político de izquierda que alcanza la Presidencia del país gobernado durante 200 años por liberales y conservadores, aunque las últimas dos décadas hayamos visto investirse de presidente a los Pastrana, Uribe, Santos y Duque, todos ellos camaleónicos y camuflados en formaciones tales como Nueva Fuerza Democrática, Primero Colombia, Partido Social de Unidad Nacional y Centro Democrático.
Las apariencias engañan y esta recua supuestamente renovadora estuvo siempre apoyada por los mismos que se repartieron el pastel rebautizados para sacar a pasear la bandera del “cambio” con incluso peores vicios antidemocráticos que sus antecesores y así despistar sobre la continuidad del clientelismo descarado y corrupción asquerosa, por supuesto, con los votos comprados y no comprados del pueblo al que tanto “sirvieron” y dieron “bienestar”. Todo por la Patria.
No agachemos la cabeza ni miremos para otro lado que gran parte de culpa la tenemos los mismos colombianos. Repasemos las cifras de pobreza, el estado de la educación y la salud pública, la que queda, o las estadísticas de muertes violentas de personas que se atrevieron a denunciar los atropellos oficiales. La lista en los cementerios es larga y ni se diga la de desaparecidos.
Petro, postulado por la alianza Pacto Histórico y candidato más votado en primera vuelta, ganó en segunda vuelta a Rodolfo Hernández de la Liga de Gobernantes Anticorrupción. No es un mal chiste, pero Hernández precisamente se convirtió en el muñeco de trapo que se sacaron de la chistera los partidos y políticos corruptos del país para intentar derrotar a Petro, entre ellos, uno de los más investigados por crímenes de Estado como el cum laude en la materia, Álvaro Uribe Vélez, alias ‘El Matarife’. Hernández hoy ya es un cadáver político que les apesta.
Pese a la derrota de Hernández, no deja de preocuparme que un candidato tan vulgar, de escaso o nulo conocimiento de la realidad del país como quedó ampliamente acreditado por él mismo en el recorrido de su campaña, declarado admirador de Hitler, que denigra de la figura de la mujer y que se negó a debatir con Petro en los canales públicos de televisión, haya podido llegar a segunda vuelta en una sociedad democrática que dice estar preparada. Hernández y su maquinaria consiguieron en la vuelta definitiva más de 10,5 millones de votos, que son muchos votos, pero como bien me apunta un amigo era el momento del ahora o nunca y llegar es el primer objetivo cumplido para alimentar la esperanza.
Petro, de 62 años de edad, es ya el presidente electo de Colombia junto a la vicepresidenta Francia Márquez. Sus decisiones en los próximos cuatro años repercutirán en el conjunto de la población, en los que votaron por la fórmula de izquierda, en los que lo hicieron por Hernández, en los que votaron en blanco y en los abstencionistas, así que el país debería despojarse del odio que no deja pensar y el miedo metido a fuerza en las venas y ser consciente que hay mucho por hacer y cambiar, y el tiempo apremia.
Aquí no hay lugar para venganzas, ni para incitar al odio, aquí lo que cabe es trabajo y unidad sin perder la crítica necesaria para construir el verdadero cambio desde ya, aunque sepamos que de un plumazo es imposible. Asunto pendiente y esencial en el proceso de reconciliación: el cumplimiento del acuerdo con las FARC firmado en 2016.
A partir del próximo 7 de agosto, la fórmula Petro - Márquez tiene la obligación de no traicionar los ideales que la auparon al poder desde el trabajo y la humildad, estamos hartos de la degeneración política y sus mezquinos intereses. “A partir de hoy Colombia cambia”, dijo el presidente electo en la noche de celebración; tiene que cumplir con hechos y sabe que no puede fallar en un momento histórico en el que su victoria claramente no es solo el triunfo de la izquierda ni la de los puramente petristas. La mejor forma de agradecer el apoyo es la respuesta efectiva de cambio después de 200 años de soledad.