"Soy menos de beber y más de crear"
“Empezamos siendo cinco amigos probando cerveza en el Muka Muka, la cerveza Jaira y uno de ellos nos ofreció hacer cerveza. Uno de los cinco que empezaos no quiso continuar, y nos quedamos Demian, Manu el propietario del Muka Muka, Andrés, que fue el que nos incitó, y yo. Fue poco a poco, y te vas metiendo en el mundo y te vas tropezando mucho. Tienes que querer, te tiene que gustar”, así lo relata Christian Schiller, uno de los socios de la cerveza Artesanal Laja Craft y propietario del restaurante La Tierra.
Andrés Chapa, Manuel Navas (Muka Muka), Demian Zambrana (La Jaira de Demián) y y Christian Shiller (La Tierra ), comenzaron esta aventura que se materializa con el nombre de Laja Craft Beer en 2017 cuando “todavía no había mucha cultura cervecera”, apunta Schiller, y ahora se ha lanzado a realizar la suya propia. Según ha contado en una entrevista para el Crónicas de Fuerteventura, Christian ha señalado que en Fuerteventura cada vez hay más personas que se dedican a hacer cerveza en la isla, “incluso hay una asociación de cerveceros caseros de Canarias, ASCECCA”, y añade que en total en la isla ya cuentan con entre “70 y 80 cervezas caseras”. Christian apunta que la cultura de la cerveza no consiste en “beberla” sino en “probarla” y confiesa que, al principio, ni el mismo era mucho de beber cerveza hasta que “probé las artesanas y me encantaron”.
El cervecero reconoce que para dar el primer paso en este mundo “hay que saber diferenciar los estilos de cerveza”. Según ha explicado, “hay dos grandes grupos de cerveza, las Lager y las ALE”. Las Lager suelen ser vinculadas a las cervezas inglesas, y las lagers más parecidas a las Pilsen, son “aquellas salidas de Chequia y de Europa del Este”. La diferencia principal radica en las levaduras de fermentación que hay en unas cervezas y en otras. En las lager hay una mayor concentración de levaduras de fermentación alta y las pilsen con levaduras de fermentación baja. El día de la cerveza engloba más enfatizada en las laguers, “que son más comerciales, más aceptadas”, comenta.
La lucha de la cerveza artesana con el precio, los distribuidores y las cadenas de frío
El propietario de La Tierra señala que vender cervezas artesanas es más difícil, y aunque, “han tenido muy buena aceptación en Fuerteventura”, se suman las dificultades del precio, los distribuidores y las cadenas de frío.
El primero de los problemas con los que se enfrentan es el precio. “Cualquier hobby es caro”, argumenta Schiller, “puedes tener un equipo de 70 euros, pero si quieres adentrarte un poco más y tener una cervecería pequeña requiere una inversión de 1000 – 1.500 euros”. Además, uno de los ingredientes principales de esta y otras cervezas es el lúpulo, con un precio que ronda “los 30 o 35 euros el kilo”. “Es un vicio y hobby caro, que lleva mucho más tiempo y una gran elaboración, que te hace apreciar lo artesano”.
“Los proveedores son esenciales”, comenta Schiller. Laja Craft Beer cuenta, principalmente, con proveedores a través de Tenerife y Gran Canaria. Lo más importante, según Christian es que el “proveedor lo traiga fresco”, porque, además, se necesitan varios tipos de maltas y levaduras, “si tienes más variedad puedes crear muchos tipos distintos. Es como hacer un potaje y que cada uno sea diferente”.
“Lo bueno de las artesanas es que cada lote sale diferente, no usamos estabilizadores de sabor”, recalca el cervecero. Sin embargo, es en este aspecto donde el preparado y la conservación de las cervezas encuentra su mayor dificultad. Christian Schiller explica la importancia que tiene la cadena de frío en la conservación de las cervezas artesanas: “no se ponen malas”, pero si no mantienen una correcta temperatura “pierde sus propiedades: pierde los olores, el amargo o el sabor, porque se va transformando”. Las cervezas artesanas que realizan tanto él como sus socios no están pasteurizadas ni filtradas, “tienen levaduras vivas” por lo que si no se mantienen en condiciones óptimas “se gasifica y fermenta”.
Schiller cuenta que, de esta manera, si no se ha mantenido en las condiciones ideales y la cerveza pierde sus propiedades, hará que cuando el cliente la pruebe “no sea la cerveza que hemos creado”. “En la cuarentena perdí varios miles de euros en cerveza, porque la cerveza no se estropea, pero pierde las propiedades y quien va a pagar 10 o 12 euros por una cerveza quiere que este en perfecto estado”, añade.
Por ello, se declaran, “anti-supermercado” porque durante en el almacenaje no mantienen el producto “en condiciones óptimas”. “Necesitamos que las cuiden y las mimen”, comenta, y agradece que cada vez sean más los locales que se suman a la venta de cerveza artesana con “más variedad que permite a la gente conocer diferentes estilos”.
“Soy menos de beber y más de crear”, reconoce Christian. El secreto está en “probar cosas” sin intentar “emular nada”, la idea principal de dedicarse a esto por afición es “sacar la mejor cerveza con los pocos utensilios que uno tiene en el laboratorio”. Tanto él como sus compañeros cuenta que no trabajan pensando en las ganancias, “llevamos más de tres años y no hemos ganado ni para irnos a una cena, pero es bonito”.
Christian Schiller señala que existe una buena relación entre los cerveceros artesanos de Canarias. “Tenemos buenas sinergias entre nosotros y también colaboraciones en la Península”. “En nuestro caso, la ‘Burgao’ la hicimos en Tenerife y la ‘L-apa’ en Gran Canaria”, cuenta. Cuando Laja Craft Beer plantó su primera semilla entre catas en el Muka-Muka, “hablamos con más personas que hacían cerveza en casa como los de la cerveza Vigán, de Las Playitas”, relata. De la misma forma que los cuatro socios de Craft Beer, hacen cerveza en casa y “tomamos el mismo rumbo, hablamos con una fábrica de Gran Canaria que en su tiempo libre nos hacen a nosotros nuestra cerveza”, añade Schiller.
Laja Craft Beer ya cuenta con tres cervezas a la venta L-apa, Aulager y Burgado, esta última “ha ganado premios importantes”, añade el propietario de La Tierra, y es que la Burgado se hacía con la medalla de oro en la categoría Red, Brown y Black IPA del Barcelona Beer Challenge, el concurso más prestigioso del sur de Europa en su última edición. “Yo me quedo con la L-apa”, sentencia Christian.
Schiller ha anunciado que cada uno de sus socios hace su propia cerveza y que, en su caso, ha empezado a dar esos primeros pasos hace poco tiempo, con la confianza de que se animen y hacen alguna de las suyas para embotellar y comercializar. Para este joven emprendedor, “la afición a la cerveza no es solo beber cerveza”, como ya había avanzado antes se trata de “ver que sale y mejorar” y, sobre todo, “compartirlo con los amigos”.