Marcas de ganado, la unión entre familias ganaderas desde la conquista hasta la actualidad

Antigua ganadería en Fuerteventura, en una imagen de de archivo del Gobierno de Canarias.

De la investigación histórica de las marcas de ganado surgen datos como la importancia del ganado mayor en la edad moderna, llegando a costar un camello el equivalente a una vivienda. Sin embargo, el legado que ha perdurado son los marcajes del ganado menor, gracias a los registros de la Audiencia Real. "Muchas familias sólo tuvieron a la marca ganadera como el lazo de unión entre las diversas generaciones", explicó el doctor en Historia Pedro Quintana Andrés durante su conferencia en el ciclo Blandura: Aula del Saber

Durante la última edición del ciclo de conferencias Blandura: Aula del Saber, del Archivo General Insular de Fuerteventura, el doctor en Historia Pedro Quintana Andrés, expuso los resultados de su investigación sobre las marcas de ganado en Fuerteventura a lo largo de la edad moderna.

La importancia de las marcas ganaderas en la historia se explica por el peso económico del ganado en Fuerteventura, según explicó el experto en su entrevista con Cope Fuerteventura, y eran imprescindibles para asuntos como el control y ordenación de pastos, agrupaciones ganaderas y trashumancia. Desde la conquista betancuriana, en el siglo XV, hasta aproximadamente 1850, explica el doctor, "el peso que tenía la ganadería en Fuerteventura durante toda la era moderna era muy importante, con una producción muy alta de queso para exportar", y también "el camello que era muy demandado para exportar vivo, sobre todo".

Las marcas de ganado en Fuerteventura entre 1500-1850 siguen un patrón similar al registrado en el resto del Archipiélago, mostrando dos variedades: marcas de hierro –destinadas al ganado mayor-; y marcas de cortes, empleadas en el ganado menor, explica Quintana para Crónicas de Fuerteventura, destacando que "la marca ganadera supuso una identificación familiar cuyo uso unió las sucesivas generaciones de criadores a lo largo del tiempo. Son, por tanto, un legado histórico de primer orden dentro de la herencia familiar, aunque su peso económico fue más modesto".

Portada del documento más antiguo (1500) que habla de la marca nueva y vieja de Jandía.

La marca más antigua de Fuerteventura es la marca del propio señor, que "es una especie de círculo. En este caso, sería una marca de fuego para el ganado mayor, que era el más importante para exportar a Tenerife, La Palma y sobre todo a Gran Canaria. Y luego estaban las zonas de Guise y Ayose, con dos grandes espacios para el ganado trashumante". En el siglo XVIII, en la zona de Ayose había doscientas 208 marcas, y se estima que una cifra similar en la de Guise.

Sobre el ganado mayor, relata, "tenía un alto valor. Para que se hagan a la idea, un camello vendido en Gran Canaria podía costar unos 150 o 165 reales de la época, el equivalente al precio de una vivienda de una planta en Santa Brígida, por ejemplo". Sin embargo, las marcas de fuego "son más difíciles de seguir, porque se han perdido. Hay poca documentación y casi todas eran de ganado mayor, sobre todo los camellos y las vacas. Y también algún burro".

En cuanto a los cortes para el ganado menor, "no solamente indicaba que tú tenías un ganado del que eras el dueño, sino que esa marca también era familiar, porque se pasaban de padres a hijos".  Haciendo un seguimiento de esas señales a lo largo del tiempo, sí se han conservado los datos de las marcas de ganado menor como consecuencia de un conflicto que surgió en Lanzarote y Fuerteventura, por cuestiones como los pastos. La Real Audiencia, una institución que si bien tenía un control político limitado, sí lo tenía económica y socialmente, hizo un registro en los años 1763 y 1764.

"A tenor de la fuerte demanda de cereal en todo el archipiélago, los poderes en las islas adoptan limitar los términos ganaderos, cuando se cogen esas tierras para labrar y convertirlas en lugares de cereal". Y esto provoca un conflicto interno bastante importante en las dos islas, con medidas como "no permitir el paso del ganado de norte a sur", o "establecer multas". Aunque también, esta circunstancia provocó que "esos espacios para el ganado cada vez desaparezcan más".

Tipología de cortes en las orejas.

Entonces, se obliga a los ganaderos a que hagan un registro, y es en esos datos en los que nos basamos para la contabilidad de las marcas", y también para conocer cosas como el nombre de cada ganadero, la descripción de la marca, o el lugar donde vivía. "Es una descripción muy interesante, porque además tenemos los datos anteriores y posteriores. Por ejemplo, a través de testamentos, sabemos a quién perteneció a esa marca, porque muchas veces el ganadero a la hora de su muerte, o incluso de traspasar la marca, menciona que esa marca la heredó de su padre o de su abuelo…".

"Muchas familias sólo tuvieron a la marca ganadera como el lazo de unión entre las diversas generaciones, tras los múltiples desplazamientos de residencia, los avatares económicos, las transformaciones en la explotación agropecuaria, los sucesivos cambios en las actividades o las transformaciones en los modelos de explotación agropecuaria", señala el experto.     

De modo que, a la pregunta de si hay ganaderos en Fuerteventura que hayan venido heredando esas marcas durante generaciones hasta la actualidad, estas estarían suscritas únicamente al ganado de costa, pues todavía se marcan las cabras cuando se hacen las tradicionales apañadas. Sin embargo esta realidad no estaría incluida en las investigaciones de Quintana.

Por ejemplo, "puede ser que una mujer de repente case con un hombre, y que luego tenga un hijo que pierda el apellido de la madre. Pero no se pierde la marca", algo que permitiría abrir nuevas líneas de investigación sobre la genealogía de los ganaderos.

Marca de fuego vendida por Luisa Francisca, viuda de Domingo Rodríguez Rojel y María Ramos, viuda Pedro Rodríguez, vecinas de Tuineje a don José Pérez de Mota (escribano público, 1760).