Jerónimo Gómez, marinero y escritor novel

"El libro es un homenaje a los marineros que fundaron Puerto Cabras"

"En ninguna de las otras islas existe un libro como este, y bendito sea Dios, pero a mi me encanta ser el primero en publicar un libro de este tipo"

"Empecé a recopilar las marcas que me decían los marineros viejos en lo que me enseñaban a empatar un anzuelo"

Jerónimo Gómez Martín se ha convertido a sus 73 años en autor novel con su primera obra 'Fuerteventura, marcas del este', un homenaje a la vida de los marineros que fundaron el pueblo pesquero de Puerto Cabras, según ha contado en una entrevista en 'La mañana' de COPE Fuerteventura. La obra recupera los diferentes relatos de los marineros en los que cuentan como se hacían las marcas para señalar los pesqueros a los que ir a faenar para después vender el pescado. Gómez, orgulloso de su criatura, comenta que al principio tuvo dificultades para conseguir que confiaran en él para escribir esta narración, para la cual ha pasado cinco años recopilando historias. La obra se presentará en la Sala A del Palacio de Formación y Congresos de Fuerteventura este miércoles 9 de junio a las 20 horas, para la que se podrá reservar entrada en biblioteca@cabildofuer.es y en el número 928 34 46 83.

- ¿Emocionado por la publicación de ese libro?

- La verdad es que tenía ganas de sacarlo a la luz y que todos los amantes de la pesca y de la isla de Fuerteventura en sí, gocen y aprenda de la pesca deportiva.

- ¿Cuánto lleva recopilando estos relatos?

- Creo que algo más de cinco años. Al principio recuerdo que se lo dije a la familia de mi mujer, la familia Hormiga, que es familia de pescadores y no les parecía muy buena idea que publicara ciertas pescas que se hacían aquí, y que guardaban aquí en secreto los marineros viejos para ser ellos los primeros que acudían a pescar desde el alba, porque el primero que llegaba a tierra con su barco y el que pescaba era el que vendía, y los demás, el segundo y el tercero era muy difícil. Las marcas de esta gente, las llevaban en la cabeza, porque algunos sabían escribir, pero malamente.

- El libro relata las diferentes historias de los marineros y de cómo establecían los distintos puntos de pesca en la costa, sobre todo de la pesca con barco y de como se orientaban si necesidad de tecnología, simplemente con el conocimiento del litoral de la isla.

- Claro, hoy en día los GPS, las sondas, los plóter, han sustituido a todas las marcas “a lo valiente” como se decía antes. A mi siempre me chocó eso, entonces empecé a recopilar las marcas que me decían los marineros viejos en lo que me enseñaban a empatar un anzuelo. Yo iba mirando y preguntando qué pescados se cogían en cada marca. A lo mejor cogían una breca y sabían, y me decían “eso es que estás en limpio, poquita agua, si es una cabrilla tienes que ir más adentro, con un poquito más de profundidad”, luego también preguntaba, oiga y aquellos pescaditos encarnados, que parecen que están buenos para sopa, y ya sabían cantarero, bocanegra, obispo. También el cherne, pero eso era ya para atrevidos, te tenías que ir a buscar los 500 metros de profundidad. Recuerdo que los que ya eran muy especializados pescaban con alambres, que creo que venían de Inglaterra y eran amarillos y que según el grosor servían para una pesca o para la otra, y claro, no se podía rozar por la banda del barco porque era tan finito que se partía. Era bastante difícil. Todas esas experiencias las aprendí. Al principio, mi suegro me decía que yo no iba a aprender todas esas cosas, pero más me piqué y más insistí en ello hasta ser un marinero más. Fui muy constante en mi aprendizaje.

- ¿Entonces este libro se trata también de un recopilatorio de sus vivencias y de lo que le fueron contando a lo largo de su aprendizaje?

- Muchos de ellos me dieron después cuando ya me conocían, y cuando vieron que ya empezaba a conocer la mar prácticamente como ellos, y entonces, empezar a abrirme las puertas y empezaron a decirme marcas y a contarme trucos. Prácticamente el libro es un homenaje a los primeros marineros que llegaron aquí al puerto y fundaron Puerto Cabras, como los Machín, los Jorge, los Hormiga. Andrés Rodríguez que fue un pescador famoso también.

- Antes comentaba que había tenido al principio sobre todo ciertas reticencias a desvelar cuales eran esos puntos clave donde estaba el pescado y la faena en el mar.

- Sí, los puntos clave prácticamente se encuentran mirando hacia el litoral desde fuera, desde la mar, donde podemos ver las montañas. Por ejemplo, está montaña Roja y la hija de Roja, que es una montaña más pequeñita que está por delante, hacia la mar, otra redonda, llamada la Coronela, Peña Erguida, Escanfraga… todas ellas tienen una marca en la mar, que se guía por, a lo mejor, alguna casita que está en la playa, como la casa de la cocina, por ejemplo, en la parte norte, a sotavento de montaña Roja, los corrales, los repetidores de televisión, todos pueden ser puntos que te dicen el sitio exacto del pesquero.

- O sea, ¿para conocer la mar hay que conocer la tierra primero?

- Exactamente, en mi libro explico como se hace una marca. Primero hay que tener buenos ojos para poder ver de lejos. Tienes que coger dos puntos de barlovento, de donde viene el viento, una montaña, y una guía, que puede ser un corral, una casita, o un mojón que esté en la playa, por donde trazas una línea imaginaria, y por sotavento trazas otras dos, con lo cual te quedas con un ángulo recto y un punto en el que se cruzan las dos líneas, y ese es el pesquero, mirando los dos puntos, tanto de barlovento como de sotavento.

- Supongo que para llegar a ese sitio.

- Sí, además, yo también soy partidario de apuntar los metros de profundidad, más o menos, hoy se ve por las sondas o por los carretes, aunque los carretes te engañan un poco, sobre todo estos de nailon nuevo, que son como hilos, según la corriente puedes hacerlo o no. La corriente que en estos años ha sido horrorosa, ni los marineros viejos recuerdan tantos aguajes, parece que hay unos ríos submarinos en Fuerteventura. A mi lo que más me gusta es pescar hondo, se coge cherne, se coge merluza, pámpanos, fulas y todo eso, las ‘pescás’ clásicas que decimos los majoreros, tienes que pescar con una plomada de un kilo y medio y hay que tener pulso. Yo sigo yendo a pescar y ya tengo muchas marcas propias mías que las he ido yo recopilando a lo largo de todas mis pescas, ya tengo un barco propio. Al principio iba en barcos profesionales con mi suegro, y luego ya me compré uno, primero el Esplendor, y ahora estoy con el José Marcos, que es el de mi familia.

- Antes comentaba que los pescados son los que marcan la profundidad a la que se encuentra el barco.

- Sí, más o menos así se sabe. Si tu vas por tierra coges pescado pequeño, alguno que pase como un peje rey también puedes coger.

- ¿Cuándo se decidió a sentarse a escribir para contar estas historias?

- La verdad es que a mi me chocó muchísimo que no hubiera nadie que hubiera escrito sobre esto. Creo que este es el primer libro etnográfico que se hace en Canarias, estoy hablando que en ninguna de las otras islas existe un libro como este, y bendito sea Dios, pero a mi me encanta ser el primero en publicar un libro de este tipo. Fui a pescar un día y con el móvil quise sacar una foto de Puerto del Rosario. La mar estaba quieta, estañada, parecía que se podía ir caminando, y saqué la foto y la caña estaba doblada por la puntera en ese momento. Cogí dos pescados, una fula y un pámpano. Esa es la foto que tengo de portada en mi libro. Y esto lo empecé a escribir porque me di cuenta de que había aprendido cosas, y yo hablaba con los marineros para poder sacar a la luz las marcas para que no se perdieran. Ya no existe tanta pasión por la mar ni se puede vender. Y así fui convenciéndolos. Fueron cayendo las marcas y lo fui consiguiendo, ellos mismos, algunos me ayudaron con el libro en el que podemos encontrar fotos pescando con nasas, como, por ejemplo, Paco Machín y Adrián, que salían juntos siempre a elevar las nasas.

- Además de registrar esas marcas y que queden guardadas en algún sitio, también refleja como se hacía antes. Una tradición que iba pasando de padres a hijos.

- Sí. La mar hay que ir con plena confianza, pero nunca solo, porque solo es un peligro. Yo siempre salgo con un hermano amigo, que el tiene su barco y yo el mío, nos amarramos con una cuerda de 20 metros y echamos los pandullos, que son unos sacos de piedra y pan que pesan entre 70 a 100 kg, para podernos amarrar para pescar en determinados sitios. Él dice que como va delante me va engoando para que yo coja más, pero siempre cogemos más o menos lo mismo. Hay que aprender muchas formas de pesca y estar en el lío.